Señor Don Miguel de Braganza,
Miguel Primero de Portugal,
Su Majestad Fidelísima,
Pura alma tradicional,
Último gran rey portugués,
Portugués de espíritu y raza,
Vivo estandarte de las quinas,
Estampa real lusitana,
Con Carlos Quinto de España,
Lógica y sincera camaradería,
Comunión portuguesa y española,
En la bandera legitimista,
Lírica de tiempos difíciles,
Guerra a muerte a la usurpación,
Que con su golpe sanguinario,
Imponía la revolución,
Tan arraigado a su patria,
Tuvo que conocer el exilio,
La amargura de la lejanía,
La lealtad del
Remechido,
Mas la llama nunca apagó,
Y la sangre leal Braganza,
Siguió en España brillando,
Al calor de la Santa Causa,
Se escucha un fado misterioso,
Fado que canta por Don Miguel,
Genuino soldado patrio,
Que aclamó el pueblo portugués,
En las Cortes, por derecho;
Respetando la venerable tradición,
Ahí queda la memoria del rey,
Ahí queda el luso corazón.