Queridos hermanos:
En primer lugar, y tal como les adelanté a nuestros hermanos portugueses, espero que no tomen ustedes esta humilde epístola como si de un “ sentido paternalista “ se tratare; simplemente les hablo de hombre a hombre, de hermano a hermano, teniendo en cuenta que siempre aprenderé yo más de ustedes que ustedes de mí.
Antes de adentrarnos en nuestros temas, les diré ( Como ya saben algunos buenos amigos ) que mi nervio americanista sigue estimulando. Quizá “ descubrílo “ en los primerizos años universitarios, con profesores como Isabelo Macías Domínguez o Luis Navarro García. De la Historia del Descubrimiento y la Conquista propiamente dichas me fui adentrando desde la poesía gauchesca al realismo mágico. De la historiografía a la literatura, con sumo gusto y humilde aprendizaje; que en estos años, todo se viene complementando en la música criolla, con la ayuda de Félix Della Costa, entre otros. Así me fui enamorando de nuestra América, conociéndola aun en la lontananza. Vengo del terruño y la estirpe de Fray Juan Calero, posiblemente el primer español que aprendió náhuatl y que al poco de salir en la expedición de Oñate fue muerto en la Guerra del Mixtón. Soy de la Baja Andalucía rural, del antiguo Reino de Sevilla. El triángulo sudoccidental que une Sevilla, Huelva y Cádiz, cercano a Extremadura y al Algarve portugués; y que nunca dejó de mirar a las Indias de cerca. Su influencia “ dialectal “ ahí se ve, desde el Chile a Centroamérica. Así, pues, ya les adelanto que puedo ser, cuanto menos, “ propenso a la andaluzada “.
Bien, amigos, nos hallamos en hora de conmemoraciones. Por un lado, la Guerra de la Independencia Española, la guerra que inicióse por la Religión, la Corona y la Patria contra la tiranía revolucionaria de Napoleón. Guerra que no sólo fue contra girondinos y afrancesados españoles, sino contra la minoría liberal que acá conspiraba en su provecho propio mientras un pueblo entero se desangraba por defender la Tradición Española. Y en pocos años se producirán las dolorosas guerras que tanto se prolongaron en Hispanoamérica. ¿ Tiene relación una cosa con la otra ? A priori diríamos que sí, pero cuanto menos, es un tema harto complejo.
En la Guerra Española contra Bonaparte, claro está que el lema fue por la Religión, el Rey y la Patria. Claras están las dos minorías; una afrancesada, y otra “ española “ liberal, que en un momento dado incluso podría considerar a Napoleón como “ moderado “ ( Algo parecido, quizá, a bolcheviques contra mencheviques ). Pero…¿ Qué pasó en los Reinos de Indias ? A los años, tan poliédrica realidad no nos hace “ ponernos de acuerdo “, es más, incluso nos enfrenta. Triste cosa es ésta; y digo triste porque por más diferencias que pueda haber en determinados “ puntos historiográficos “, parecemos tratarnos como extraños, cuando es algo que nos concierne por igual a los hermanos de las Españas. Y éste, a mi juicio, es uno de los mayores triunfos ( Si no el mayor ) de los enemigos declarados de la Hispanidad. Éste es el mayor triunfo ante muchas páginas y pocas conclusiones realmente claras, ante las muchas pasiones. Y es que Dios, Patria y Rey fue un lema que ondearon en determinados momentos ambos bandos en las Guerras Americanas....
A mi juicio, en todo caso, las Guerras Civiles Hispanoamericanas fueron algo parecido a lo que ocurrió a inicios de la dieciochesca centuria en la Vieja España ( Con muchos matices, claro está ). Y sí, digo “ Guerras Civiles Hispanoamericanas “ porque creo que eso realmente es lo que fue. No fue una guerra “ total “ entre Contrarrevolución y Revolución ( Porque de eso hubo en ambos bandos ); y tampoco fue una guerra de invasores e invadidos. Fue una guerra entre españoles, entre españoles americanos primordialmente. Podríamos empezar preguntándonos, como lo hace el argentino José Manuel González en la revista
“ Maritornes “ ( El artículo que él mismo denominó
“ La Cueca Larga de los Pincheira “ ), ¿ por qué nuestras guerras duraron tanto ? ¿ Por qué duraron tanto y por ejemplo en comparación a Yanquilandia o el Brasil ?
Se ha llamado y se llama libertadores a Bolívar, Miranda, O´Higgins o San Martín....Bien, yo lo que me pregunto es que si el apelativo “ libertadores “ hace referencia a una sanguinaria e imaginaria/lascasiana invasión de la que hoy habla el petro-gorila Chávez o sólo al momento de la nefasta política que acabó cuasi dominando en tiempos de la invasión revolucionaria francesa. No lo sé, pero yo pienso que, salvo los emisarios gabachos que llegaron por parte de la escoria napoleónica, los Reinos de Indias, hijos del Fuero Juzgo, las Partidas y sus propias Leyes, no estaban invadidos.
A menudo también se ha dicho que los que combatieron en el bando realista eran “ absolutistas ilustrados “, llenos de liberalismo. De ello se hizo eco Ramiro de Maeztu, a través de Raúl Vallenilla. Y como que los otros serían “ más tradicionales “. No fue así la cosa. Cierto es que en los confusos momentos aquellos en América se mezclarían muchas cosas. La sana tradición escolástica, plenamente viva en muchos pagos indianos, se iría a mezclar con las extrañas teorías del “ buen salvaje “ de Rousseau, y también iría penetrando el constitucionalismo gringo. Y lo más tragicómico del asunto es que realmente el “ buen salvaje “ no lo había inventado el nefasto Rousseau, sino que mucho antes lo había explayado en nuestra América el infumable Las Casas, como demuestra, entre tantos otros, Enrique Díaz Araujo en su genial recopilación
Las Casas, visto de costado. Las Casas, aquel que trazó el primer plan para traer esclavos negros, aquel que cargaba a los indios, aquel que, contradiciendo las disposiciones de la Iglesia y la Corona jamás aprendió una sola lengua amerindia....¡ Aquel a quien Bolívar exaltó ! Esto no es de olvidarse. Como que Bolívar considerara al loco Aguirre como el primero que trazó el primer plan de independencia de América. Que Bolívar obligó a los negros a combatir en su bando so amenaza de servidumbre para ellos y su familia no lo digo yo, está en sus obras; y lo ha recogido el colombiano Luis Corsi Otálora, entre otros. El mismo autor que recoge que Belgrano, en carta a San Martín, tildara a los negros y a los mulatos de “ canalla cobarde “; ahí están sus obras de
" ¡ Viva el Rei ! " Los Negros en la Independencia y
Bolívar, la fuerza del desarraigo. ¿ A dónde quiero llegar con esto ? Pues que claro que en el bando realista hubo absolutistas ilustrados, que luego serían fervientes anticarlistas; pero en todo caso, no menos que en el otro bando. No fue liberaloide Agustín Agualongo, caudillo mestizo de la Nueva Granada, como no lo fue su camarada José Tomás Boves. Se aludirá a la bestialidad del criollo....¿ Pero no fue bestia la ejecución del mulato Piar ? ¿ No fue bestia hasta la entrega de Miranda ? ¿ No fueron bestias las operaciones de guerra contra un Perú mayoritariamente realista, como tantas otras partes de América ? ¿ No fue bestia la represión bolivariana contra los realistas de su propia tierra, que no fueron pocos ? ¿ Y luego la actitud de Bolívar vetando al Haití ? No entiendo, y no lo digo con mala leche, este continuo doble rasero, sin por ello tener que disculpar los excesos de Boves. Tampoco veo que Antonio Navala Huachaca y sus iquichanos, que declararon la guerra a una república que la mayoría del pueblo peruano no quiso, pidiendo la vuelta del " Inca Católico ", fueran de la cuerda “ ilustrada “. No lo fue tampoco el peruano Castilla, que como recuerda el amigo González, combatió en la primera carlistada. No creo que lo fuera Abascal, Virrey del Perú, que supo mantener el orden en la flor y nata de las Indias en los primeros años de invasión franchute. Tampoco lo vería en los Pincheira chilenos, o en sus camaradas de la isla de Chiloé.
El señor Caponnetto, cuya lectura siempre es recomendable ( De los autores que más y mejor ha argumentado contra la leyenda negra, lo cual es de agradecer ), habla mucho del “ tema de los Borbones “. En un buen artículo suyo sobre las Independencias Americanas, ha dicho, emulando a José Antonio Primo de Rivera, que si hubiera una Isabel la Católica se sería monárquico....Con todos mis respetos para tan excelente autor, este concepto me parece algo voluntarista. Es como si yo dijera que no puedo ser tradicionalista porque a día de hoy no existe un Zumalacárregui. Yo considero que la convicción monárquica, que es la que ha hecho a la Hispania Viva, es irrenunciable por más vicisitudes que uno se encuentre. La Monarquía ha sido nuestra forma política por excelencia, y lo es y lo seguirá siendo, si queremos seguir existiendo como pueblo. ¡ Así lo entendió San Martín ! Es más, pienso que un monárquico, con más convencimiento puede denunciar al mal rey, comenzando por nuestra doctrina isidoriana. Y es que todos los demás inventos, sean repúblicas o falsas monarquías, nos han convertido en lo que tristemente padecemos.
La Guerra de Sucesión la ganaron los Borbones, sí. Podemos hablar del regalismo y de muchas otras cosas que, lógicamente, nunca aprobaremos. ¿ Pero acaso eso fue patrimonio exclusivo de los Borbones ? ¿ Tenía que haber ganado la guerra un archiduque con su camarilla de jansenistas y sus aliados protestantes y por cuya dejadez se perdió Gibraltar, existiendo esta vergüenza ( Que tanto nos duele como las Malvinas ) a día de hoy ? ¿ No existió el josefismo austriaco, que fue tan asfixiante o más que el regalismo borbónico ? ¿ No traicionó Austria a Polonia cuando no mucho antes Juan Sobieski había derrotado a los turcos en Viena ? Señores: Echarle la exclusiva culpa a los Borbones no lo veo objetivo; porque en todo caso, estamos hablando de la consumación de la decadencia política de la Cristiandad, ya cristalizada en Westfalia. Por otra parte, en aquella dolorosa Guerra de Sucesión combatió a favor de los Borbones nada más y nada menos que Blas de Lezo. Y guste más o guste menos, Felipe V era el rey legítimo de España. Y no olvidemos que Felipe V apoyó a la causa jacobita, mientras que los aliados del Archiduque eran jansenistas y protestantes.
Se protesta mucho sobre los Borbones, sí, pero no veo que el nacionalismo argentino por ejemplo proteste cuando en tiempos borbónicos la actual Bolivia ( Hasta entonces, el Alto Perú, que sería un bastión realista ) pasó al Río de la Plata. Y espero que no se me entienda esto como reproche, estimados. Pero otra vez veo un doble rasero.
Y quien os dice esto es el primero que ha caído en la “ dialéctica antiborbónica “ y en el “ sentimentalismo austracista “ muchísimas veces.
D. Fernando Romero Moreno, en su muy buen artículo
“ Conjetura sobre San Martín “, expone que el proyecto de San Martín en modo alguno se correspondía con los deseos de otras grandes potencias, y en especial, Gran Bretaña. Verdad es. La idea de San Martín más se correspondía con la que algunos gobernantes españoles ya habían planteado en el siglo XVIII. El amigo “ Ludovico ben Cidehamete “ ( Ya ven los muchos influjos argentinos que tengo ), en su excelente bitácora “ El Último Alcázar “, ha puesto como ejemplo a los Gálvez. Gran verdad. Desde tiempos de Carlos III se propuso una reforma en América, como “ confederación de reinos “; mas no se hizo caso. Carlos III no fue, como sabemos, el mejor gobernante que tuvo la América Española. Yo diría que fue el peor y con el que se creó la fractura más grave, empezando por su compadreo/antijesuitismo con el marqués de Pombal. Pero volviendo al amigo Romero Moreno, él puntualiza que tanto San Martín como otros se resistían, pues, a que la supuesta ayuda contra Napoleón en América ( Él había combatido con valor en Bailén ), viniera de la Inglaterra que había intentando invadir ( Y a Dios gracias que no lo logró ) el Río de la Plata pocos años antes, con el mismo Beresford. Bien, se pueden entender estas razones de descontento y desconfianza y más en el dificilísimo contexto que se abalanzaría sobre las Indias tras la invasión revolucionaria de la Madre Patria. Pero el caso es que San Martín contó con oficialidad británica en sus filas, y abundante. Como Bolívar. Y fue la Pérfida Albión, con la excusa de “ ayudar “ ( Sólo estaban defendiendo sus intereses imperialistas, que querían agrandar ) también la que se infiltró en la Vieja España. La misma que dio alas a ciertos sectores militares – Que tomarían muchas cotas de poder - para que implantaran el liberalismo. Liberalismo tan analfabeto y desordenado que ni ellos mismos sabían materializar más allá de su odio hacia la Catolicidad Española y su representatividad ( A los años, bien lo expresaría el masón Castelar ). De Inglaterra quien sabía mucho era Miranda, uno de los ¿ libertadores ? a los que su camarada Bolívar abandonó. No olvidemos: Bolívar dejó en sus obras que él luchaba por su propia gloria, y de libertad no sé si sabría mucho, pero su sueño era ser el Dictador de la Gran Colombia. Pero, más allá de toda la complejidad abundante, dicho argumento no me parece contundente para que San Martín y compañía tomaran como el bien el separarse de España. No se puede comparar la política de San Martín con la de Bolívar, ello es cierto. Y fue el mismo San Martín el que acabó arrollado por los bolivarianos. No voy a ser yo el que hable de aquella guerra como “ revolución “, porque no fue exactamente eso; pero muchos así se han empeñado ( ¡ Así habló Bolívar ! ); y en las revoluciones siempre acaban ganando los más “ radicales “. Y es que es eso, se insiste mucho en el influjo británico en España ( Totalmente cierto ), pero veo que se omiten detalles para con lo que pasó en el bando separatista. Repito amigos: No es reproche. Pero comprended que muchos estamos hastiados ante lo que se nos enseña en las escuelas y universidades, y que por eso mismo incidamos en ciertos temas.
Otro caso distinto sería el de Yturbide. El caudillo mexicano de estirpe navarra fue un realista leal y fue acusado injustamente. Y aquí se vio la mano de los liberales. El soldado leal y bragado fue acusado injustamente de ladrón. Fue acusado por una minoría liberal para la que América podía ser un estorbo. Y más México, que fue mayoritariamente realista. Un amigo mío mexicano, tradicionalista de pro, me dice que México en un momento dado hubiera podido ser un baluarte del partido de D. Carlos. No creo que exagere. Yturbide, ya cansado, se decidió a luchar contra esta oligarquía, y consciente de la tradición de su pueblo, quiso erigir a México y las Provincias Centroamericanas en un Imperio Católico. Fue un sueño justo ( Apreciado incluso por la europea Santa Alianza ) que duró poco; lógicamente el Gran Gringo no iba a consentir eso y más en directa vecindad. Pero Bolívar, el supuesto libertador, hablaba de guerra a muerte a los españoles ( Yturbide quiso la amistad eterna con su Madre Patria ). Español era él, como los americanos....¿ Qué eran, si no ? ¿ O dejaron de ser españoles de un día para otro ?. Él, concretamente, descendía de una familia esclavista, familia que se había opuesto a la Real Cédula del 1789, donde se obligaba a los cabildos para velar por el buen trato a los negros, entre otras cosas. De lo mal que trataba a sus esclavos desde niño dio fe su tutor, Simón Rodríguez. No entiendo bien, pues, que si en esta guerra de separación, si se luchaba por lo más tradicional contra el liberalismo español, se declarara la guerra a muerte a todos los españoles; y al poco tiempo, se inventaran banderas y hasta se cambiaran nombres. Y abundara la simbología masónica, toda una serie de gorros frigios y triangulitos varios. Y ello no lo digo por la bandera de la Inmaculada, la albiceleste que aún corona muchas iglesias españolas en nobles fechas y a la que la gente llama con cariño “ la bandera argentina “. Y que en muchos himnos ( Sí, es cierto que más de uno fue compuesto por españoles ) la leyenda negra antihispánica campe a sus anchas. ¿ Por qué digo todo esto ? Pues porque pienso, una y mil veces, que la separación de las Españas no podía beneficiar a nadie, y en los años inmediatos se cristalizó. Y es cierto, como recuerda el amigo Ludovico, que en los años posteriores en América se vivieron fragores parejos a la Península; así fueron los años de Yturbide, luego los del gran Juan Manuel de Rosas ( ¡ Con el Restaurador combatieron carlistas ! ), y el gran García Moreno en el Ecuador. La carta de Juan Manuel de Rosas refiriendo lo que ocurrió en lo sucesivo y venidero de las Guerras Civiles Hispanoamericanas me parece de las más ilustrativas al respecto, la cual toma en un buen artículo el uruguayo Luis Alfredo Andrégnètte Capurro; de cuya lectura, como de tantos otros grandes españoles americanos, he podido disfrutar gracias a la Editorial Nueva Hispanidad.
Los tiranos del “ liberalismo gaditano “ no entendieron a las Indias. Unas Indias Hispánicas que sabían de sobra pelear por Dios, la Patria y el Rey. Lo habían demostrado en Cartagena de Indias, en Puerto Rico, en el Río de la Plata; y cada vez que otra pirática potencia había intentando invadirlas. América sabía de autodefensa y por eso mismo quiso organizar juntas, a imagen y semejanza de su Madre Patria. Los que hablaban en nombre de la libertad, aprovechando que el pueblo español se desangraba por la Religión, la Corona y la Patria, fueron los que sólo querían que el voto fuera para los más acaudalados. A la supresión de la representatividad de los cabildos o los gremios unieron la fanatizada e inexplicable resolución de prohibir también eso a los americanos. Y cierto es que muchos americanos, lógicamente, no se fiaran de esa supuesta ayuda anglosajona ni que quisieran que América fuera entregada a la Revolución hecha conservadora ( Esto es: Napoleón ). Ahora bien, volvemos a lo mismo....¿ La solución era separarse de España ? Si por los frutos conoceremos el árbol, yo creo que la respuesta es negativa. No me cabe duda, profundizando en estos temas, que la intención de San Martín era buena. No había inventado nada al fin y al cabo; era algo que le propusieron ya a los Borbones en el siglo XVIII. No se hizo caso. Y un inoperante y felón Fernando VII tampoco hizo caso. Sabemos que San Martín en un primer momento propuso príncipes españoles para la América; se le negó. Ya San Martín buscó en las distintas noblezas europeas o en la nobleza inca, pero aquello no pudo ser. Y aquello no pudo ser por diversos factores, y entre ellos, porque la mayoría del bando separatista no quería. La “ forma monárquica “, que era la que había hecho a nuestra América, pudo triunfar en el Brasil....Y sin embargo, fue el mismo el que se encargó de luchar contra el miguelismo portugués; y con todo y con eso, el Brasil se confirmó como “ nación continental “. Triunfó brevemente en México ( Que por pocos años también consolidóse como “ nación continental “ ), con un hombre del talante de Yturbide, pero entre las intrigas de la masonería republicana y la nefasta influencia yanqui acabó derrotada. Pudo resultar en la América del Sur, pero los “ principales “, comenzando por Bolívar, realmente no querían. Los lazos de unidad, que tan bien desarrollaran Menéndez Pelayo o Elías de Tejada, se habían roto. Rotos por una guerra en la Vieja España donde la ayuda ( Inglaterra ) fue falsa; rotos porque se venían rompiendo de antes. Rotos por unas oligarquías que se habían propuesto entregar América, en contra de la no alienación que dejara sentada el César Carlos I de las Españas. Rotos por mixturas imposibles y tiempos dificultosos. Y rotos dramáticamente en ambos bandos donde muchos no sabían ni por qué combatían exactamente ( A mi juicio, la “ crítica “ que desarrolla Arturo Uslar Pietri en
Las lanzas coloradas es más que ilustrativa ). Porque es que volvemos a lo mismo: De todo hubo en ambos bandos. Por eso un servidor no entiende que a algunos se los exponga como “ libertadores “....¿ Qué fueron los otros ? ( Tantos como fueron y en la misma cuna de Bolívar ) ¿ “ Antipatria “, “ antilibertad “ ?
No os digo esto con mala baba ( No tengo talento ni para eso, como muchos ya saben ), pero no entiendo por qué en las ciudades españolas hay tantas estatuas de San Martín o Bolívar y no hay ninguna a Agualongo o Huachaca. Y os lo dice quien distingue entre San Martín y Bolívar, y quien sabe ( O cree saber ) que no fue igual Artigas que Miranda.
También me resisto, pues, a que Bolívar, O´Higgins, Miranda o Martí sean los “ padres de la patria “. Si “ patria “ alude básicamente a los padres, me resulta redundante; y aun así, en ese caso yo pienso que los “ padres de la patria “ de la América Hispana son los Reyes Católicos. Pienso que la América Hispana no nació en el siglo XIX, sino a finales del XV en todo caso, donde ambos mundos se encontraron y triunfó la Santa Cruz,
Ad Maiorem Dei Gloriam. No creo tampoco que los realistas, ya del Perú o ya de las Antillas ( En Puerto Rico no hubo ni tan siquiera “ guerra de independencia “; caso parecido a Nápoles ), fueran “ menos americanos “ o “ más liberales “. Y por supuesto, tampoco creo que España naciera en las Cortes de Cádiz.
Justo es reconocer que la difícil realidad americana quizá ya cristalizó en el siglo XVIII. Justo es reconocer que revueltas como la de los comuneros del Socorro y Mérida y Túpac Amaru reivindicaron las Leyes de Indias y la Tradición Indiana; aunque la de Túpac Amaru tornó una virazón extrañísima....¡ Y aun así se proclamó la monarquía, con la nobleza inca que España había reconocido ! Y a mi juicio, las autoridades de Carlos III ni entendieron ni quisieron entender lo que se cernía. Difícil realidad que luego verían y sufrirían un general Santander, un Riva Agüero o un Torre-Tagle, por poner ejemplos.
Con todo, podemos seguir debatiendo y discutiendo sobre muchos temas en esta realidad que tantas formas obtuvo, mas, ¿ saben ustedes cuál es el mayor triunfo que han obtenido los enemigos de las Españas ? Que cada vez que tratamos estos temas que nos conciernen a todos nosotros, parecemos extraños. Éste es el mayor triunfo que hayan podido obtener los enemigos de la Hispanidad, a los que tristemente conocemos de hace mucho. Creo que trazaron bien el rumbo: Los que invadieron Gibraltar fueron los que invadieron Honduras, Tejas o las Malvinas; los mismos que estarían separando el Panamá de Colombia, los mismos que provocarían la Guerra del Chaco entre bolivianos y paraguayos, los mismos que se lucrarían con la Guerra del Pacífico y que convertirían a Puerto Rico, Cuba y las Filipinas en sus colonias; los mismos a los que les sigue interesando vivamente la sangrante división de la Hispanidad. Ese gran tronco anglo-yanqui con la ayuda franchute que no falte. Esas potencias que nunca soportaron nuestro imperio. Eso que sigue celebrando en nuestros días la progresía caviar, que se dice antiyanqui, cuando es la primera servilona a los sucios intereses del Tío Sam ( En Europa, con Kosovo y Turquía y lo que te rondaré morena, se están luciendo de lo lindo ). Lo supo ver bien Vázquez de Mella, esa importancia desde el Estrecho de Gibraltar hacia el Atlántico como
Mare Nostrum en nuestra política. Y así como critiqué a Bolívar, es de reconocer su vivo arrepentimiento, cuando se dio cuenta de que había " arado en el mar ", y como nos decía el infumable profesor A. López Cantos, se dio cuenta que el enemigo no era España, que el enemigo estaba en el mismo continente, hacia el Norte....Y así, intentó con Francisco Antonio Zea una " nueva confederación hispánica " que por desgracia, estaba aína de constitucionalismo y lógicamente no pudo ser. Pero qué duda cabe que la intención era buena.
Nosotros los carlistas, los que pedimos en su día la correcta autonomía para Cuba, Puerto Rico y Filipinas en contra del centralismo liberal, ideando Carlos VII el nuevo Virreinato de las Antillas intentando la ayuda del general Lersundi; nosotros, queridos hermanos, hoy volvemos a plantear esa " nueva confederación ", con Portugal en particular, con el Mundo Hispánico en general. Bien lo saben nuestros correligionarios de la América Española. Hay amigos americanos que me dicen que España debería liderar la Hispanidad....Pues miren ustedes, yo no busco eso. A mí me da igual quién lidere la Hispanidad. Yo quiero Hispanidad, quiero a las Españas; quiero, con António Sardinha, una alianza militar y diplomática, una economía correcta, una defensa religiosa y cultural óptima como
Christianitas Minor que somos, enmarcada en la Fe y el Magisterio de la Santa Iglesia que nos sigue alumbrando. Podríamos ser una gran potencia, millones y millones de personas que en las lenguas de Castilla y Portugal harían valerse en el orbe. Es un sueño; y si la vida es sueño, los sueños, sueños son. Qué duda cabe que todo esto hoy por hoy huele a quimera. Mas quiénes, si no nosotros, podemos plantearnos volver a nuestros lazos de unidad, con la que está cayendo. Y como comprenderán, en esos lazos no entran Timofónica, Unión Penosa y demás barrabasadas que presidentes roji-corruptos defienden con Juanca de Puigmoltó y Baqueira-Beret. Busquemos, si se quiere, lo que en principio buscaron tantos americanos de buena fe a principios del siglo XIX, que por desgracia se vieron divididos. Escarbando se encontrará.
Dejemos atrás dolorosos conflictos. Sepamos, o intentemos al menos, tratarlos lo más objetivamente posible, dejemos de tratarnos como extraños de una vez, ya que la Historia no tiene vuelta de hoja; y en estas fechas que tantas emociones pueden suscitar, que nos mueva, pues, la Cruz y la espada que nos hará reconquistar lo que deseamos. Es más lo que nos une que lo que nos separa. No tengamos miedo a tratar entre nosotros, sea de lo que sea, sin revanchismos y etcétera; pues al contrario, enriquecernos es lo que nos conviene, y todo quedaría en casa. Por algo le dejó dicho Rubén Darío al déspota Roosevelt que todavía quedaban sueltos muchos cachorros del León Español....
Gracias por soportarme, queridos hermanos. Un fuerte abrazo en Cristo Rey y en Nuestra Señora de Guadalupe.
¡ VIVAN LAS ESPAÑAS !