quarta-feira, 22 de abril de 2009

MONS. ZACARÍAS DE VIZCARRA, APÓSTOL DE LA HISPANIDAD VASCA

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Zacarías de Vizcarra Arana (1880-1963)

Obispo católico español y primer ideólogo de la «Hispanidad», nacido el 4 de noviembre de 1880 en Abadiano, «anteiglesia y república en la provincia de Vizcaya a 5½ leguas de Bilbao, diócesis de Calahorra, audiencia territorial de Burgos» (escribía Madoz en 1845), desde 1861 diócesis de Vitoria. En septiembre de 1891 se difundió el Prospecto primero destinado a captar la primera promoción de alumnos becarios, de entre doce y catorce años, que debían inaugurar el Seminario Pontificio de Comillas, y Zacarías de Vizcarra fue uno de los más de quinientos candidatos que fueron examinados y reconocidos en las casas de la Compañía de Jesús más cercanas a sus domicilios, teniendo la suerte de ser seleccionado, formando parte de aquellos primeros cincuenta y cuatro jóvenes españoles que dieron vida a la nueva institución, y que se incorporaron a Comillas a principios de enero de 1892. Aquella primera promoción, nombrada de «San Antonio» (por Antonio López), culminó sus estudios en 1906, una vez reconocido en 1904 el Seminario como Universidad Pontificia de Comillas, tras permanecer los alumnos más de catorce años allí internos, incluso los periodos de vacaciones, siendo Vizcarra ordenado presbítero el 31 de marzo de 1906, y manteniéndose a partir de entonces vinculado a Comillas a través de Unión Fraternal y su revista. Tal como preveía el régimen especial de Comillas, al terminar sus estudios hubo de servir como voluntario durante cuatro años en su diócesis. «Visitas. Al comienzo de las vacaciones de este año [1908], a los que teníamos la suerte o la desgracia de no poder ir a nuestras casas, nos cupo la dicha de estrechar las manos de varios sacerdotes que, una vez terminada la carrera, fueron a trabajar con celo en la viña del Señor. Entre ellos estaba mi, nunca bien ponderado, primo Zacarías Vizcarra, que era prefecto de disciplina en el Seminario Conciliar de Vitoria, profesor de griego y suplente universal de todas las asignaturas. Se les dedicó a todos ellos una velada literario-musical, familiar, en el salón de estudio de los pequeños. Yo también, en aquel momento de efusión, me sentí inspirado y canté los loores de mi primo, en esta forma: A don Zacarías de Vizcarra Salud, honor y gloria, Doctor heleno, insigne Zacarías. Si supiera tu historia Y viviera estos días; Tus glorias en cantar fuera el primero De Ulises el cantor, el gran Homero. Tú te remontas con tu bello ingenio Hasta la Grecia culta Y nada se te oculta De lo que puede descubrir su genio. Por eso pasmará al linaje humano La gran obra que traes entre manos. [La antología griega.] Te debe mil favores El mismo Homero y aun la Grecia entera. Porque, ¡quién lo dijera! Cantaste sus loores En espléndido himno a clericales. Al par que a diputados liberales. Que eras una eminencia En la sacra escritura y teología, ¿Quién negar osaría, Si todos dicen que te sobra ciencia? Pasemos adelante, Porque en esto tan sólo eres pasante. Y cuentan que en su trato No era, no, Zacarías, un cualquiera; (Reclama tú, si en algo disparato); Mas a fe que no andabas en chiquitas Diría quien supiera En dónde recibías las visitas. Diz que del Seminario En la gran biblioteca, rodeado A guisa de anticuario, De tanto pergamino apolillado. Contar fuera mi intento Tus percances, descuidos, en Vitoria; Mas, como es de esto sólo Dios testigo, Adiós, mi caro amigo; Me despido cual tú me despedías En una de las cartas que escribías 'Al dulce primo de cerúleos ojos'.»(Dionisio Domínguez S. J., «Relatos de Cielo. Capítulo XVI, continua el estudio de la Teología», Unión Fraternal (Comillas), año XLIII, nº 171, noviembre 1952, págs. 287-289.) En 1911 publicó un breve catecismo en vascuence (Cristiñavaren Jaquinbide Labustua, 24 págs) del que apareció al año siguiente versión en español (Catecismo breve de la doctrina cristiana, 20 págs). El joven sacerdote Vizcarra se trasladó pronto a la Argentina, como capellán de la potentada familia Pereyra Iraola, república donde había de permanecer durante veinticinco años, regresando a España en 1937. Allí formó parte de un activo grupo de católicos, entre los que se encontraba el arquitecto Rómulo Ayerza (1855-1948), quien había intervenido en la construcción de la Basílica de Luján, tuvo a su cargo la erección de la Basílica del Sagrado Corazón en Buenos Aires, financiada por la familia Pereyra Iraola (se culminó en 1908), fue de los propulsores de los Cursos de Cultura Católica que se iniciaron en 1922, y de la Sociedad Editorial Surgo y de la revista Criterio. Zacarías de Vizcarra fue profesor de los Cursos de Cultura Católica, en los que reemplazó en 1923 al padre jesuita José Ubach en el curso de Filosofía e inició la explicación de «Dogma y moral para la catequesis»; en 1925 fue Vizcarra reemplazado en el curso de Filosofía por el padre jesuita José María Blanco, y ese año dictó tres lecciones especiales sobre el «Patriotismo». También colaboró Vizcarra en Criterio, de la que fue asesor y censor eclesiástico (junto con el presbítero Restituto Pruneda). «En un lindo y microscópico fascículo publicó Vizcarra una poesía con ocasión de una velada que celebró en Buenos Aires la sociedad española de la Virgen del Pilar, en honor del Cardenal Juan B. Benlloch, el 29 de septiembre de 1923. No es la inspiración ni siquiera la dicción poética el mérito de esta obrita, sino el ingenio y la intencionada ironía con que el autor describe el carácter e historia de las Naciones que han hecho y hacen la guerra a la influencia de España en América. Por la solemne ocasión en que la poesía se leyó y por ser de un autor, que a pesar de sus múltiples ocupaciones intelectuales y organizadoras, aun encuentra tiempo para versificar y hacer himnos a la Hispanidad, he querido mencionarla como una muestra de la educación poética de los comilleses antiguos.» (Nemesio González Caminero, La Pontificia Universidad de Comillas. Semblanza histórica, Comillas 1942, pág. 67.) En 1926 publicó Zacarías de Vizcarra en Buenos Aires un artículo que se haría famoso, «La Hispanidad y su verbo», en el que propone utilizar el término «Hispanidad» para sustituir al de «Raza», en el sentido de Día de la Raza o Fiesta de la Raza, rótulo extendido desde que Faustino Rodríguez San Pedro lo propusiera en 1913, celebrado ya entonces como fiesta nacional en varios Estados: «Por las razones que luego indicaré no me satisfacía el nombre de Día de la Raza, que iba adquiriendo cada vez mayor difusión. Era necesario encontrar otro nombre que pudiera reemplazarlo con ventaja. Y no hallé otro mejor que el de 'Hispanidad', prescindiendo de su anticuada significación gramatical y remozándola con dos acepciones nuevas, que describía yo así en una revista de Buenos Aires que no tengo a mano ahora en Madrid, pero que encuentro citada en la mencionada revista Hispanidad de Madrid, en el número de 1 de febrero de 1936: «Estoy convencido –decía en ella– de que no existe palabra que pueda sustituir a 'Hispanidad'... para denominar con un solo vocablo a todos los pueblos de origen hispano y a las cualidades que los distinguen de los demás. Encuentro perfecta analogía entre la palabra 'Hispanidad' y otras dos voces que usamos corrientemente: 'Humanidad' y 'Cristiandad'. Llamamos 'Humanidad' al conjunto de todos los hombres, y 'humanidad' (con minúscula) a la suma de las cualidades propias del hombre. Así decimos, por ejemplo, que toda la Humanidad mira con horror a los que obran sin humanidad. Asimismo llamamos 'Cristiandad' al conjunto de todos los pueblos cristianos y damos también el nombre de 'cristiandad' (con minúscula) a la suma de las cualidades que debe reunir un cristiano. Esto supuesto, nada más fácil que definir las dos acepciones análogas de la palabra 'Hispanidad': significa, en primer, lugar, el conjunto de todos los pueblos de cultura y origen hispánico diseminados por Europa, América, África y Oceanía; expresa, en segundo lugar, el conjunto de cualidades que distinguen del resto de las naciones del mundo a los pueblos de estirpe y cultura hispánica.» Estas dos acepciones nuevas de la palabra «Hispanidad» nos podían permitir reemplazar ventajosamente el vocablo «raza» que, como escribía yo en la mima revista, me parecía «poco feliz y algo impropio»; pero no figuraban todavía en los diccionarios. Por eso, en un escrito que publiqué en Buenos Aires en 1926 bajo el título 'La Hispanidad y su verbo', y obtuvo amplia difusión en los ambientes hispanistas, elevaba a la Real Academia de la Lengua esta modesta súplica: 'Si tuviéramos personalidad para ello, pediríamos a la Real Academia que adoptara estas dos acepciones de la palabra 'Hispanidad' que no figuran en su Diccionario'.» (Zacarías de Vizcarra, «Origen del nombre, concepto y fiesta de la Hispanidad», El Español, 7 de octubre de 1944.) Entre 1928 y 1930 ejerció Ramiro de Maeztu, a instancias del General dictador Primo de Rivera, como embajador de España en Argentina, estableciéndose una relación de amistad con Zacarías de Vizcarra que sería determinante para la difusión de la Idea de «Hispanidad» en España: el mismo año en el que se proclamó la República, el primer número de la revista católica y monárquica Acción Española (Madrid, 15 de diciembre de 1931) se abría con un artículo de Ramiro de Maeztu titulado «La Hispanidad» (páginas 8-16) –luego refundido en su Defensa de la Hispanidad– que comienza: «'El 12 de octubre, mal titulado el Día de la Raza, deberá ser en lo sucesivo el Día de la Hispanidad.' Con estas palabras encabezaba su extraordinario del 12 de octubre último un modesto semanario de Buenos Aires, El Eco de España. La palabra se debe a un sacerdote español y patriota que en la Argentina reside, D. Zacarías de Vizcarra. Si el concepto de Cristiandad comprende y a la vez caracteriza a todos los pueblos cristianos, ¿por qué no ha de acuñarse otra palabra, como ésta de Hispanidad, que comprenda también y caracterice a la totalidad de los pueblos hispánicos?» (Ramiro de Maeztu, «La Hispanidad», Acción Española, tomo 1, nº 1, 15 de diciembre de 1931, página 8.) «Hubo dos circunstancias que provocaron su aproximación [de Ramiro de Maeztu, en Argentina] a los nacionalistas. En primer lugar, la impresión favorable que le causó la lectura de dos artículos del joven ensayista Ernesto Palacio, de «La Nueva República», (1927-1931), periódico nacionalista que editaban los hermanos Julio y Rodolfo Irazusta. En segundo lugar, su relación con el sacerdote español, Zacarías de Vizcarra, muy vinculado a la colectividad y activísimo en la propagación y polémica en favor del catolicismo y del tradicionalismo. El P. Vizcarra fue uno de los primeros en difundir en Buenos Aires un concepto de la cultura hispánica estrechamente vinculado al catolicismo y la idea de que la hispanidad, como él la designaba, debía ser el principal lazo de unión entre España, las naciones hispanoamericanas y, en particular, la Argentina. Era profesor de los «Cursos de Cultura Católica», creados en 1922 dentro del programa de renovación del pensamiento católico que tenía lugar en Buenos Aires e integró el elenco editorial de la revista «Criterio», dirigida en 1928 por Atilio Dell'Oro Maini, también bajo el patrocinio del episcopado de Buenos Aires. Las relaciones intelectuales y religiosas entre Vizcarra y Maeztu fueron muy estrechas, pues éste se replanteaba su posición religiosa, y el sacerdote le aconsejaba con enseñanzas y orientaciones teológicas. Por otra parte. Vizcarra conocía muy bien a los nacionalistas, quienes participaban de las actividades culturales católicas. Sobre todo César Pico, un biólogo con una fuerte vocación filosófica y sociológica, y dos filósofos del derecho: Tomás Casares y Faustino Legón. En el grupo también estaban el médico y ensayista político Juan D. Carulla, el poeta Lisardo Zía, el historiador Alberto Ezcurra Medrano y los ensayistas Alfonso de Laferrère y Mario Lassaga.» (Enrique Zuleta Álvarez, «Maeztu en Buenos Aires», Razón Española, nº 83, mayo-junio 1997, págs. 319-325.) «En los primeros años del 30 anduvo por Buenos Aires un sacerdote español, el padre Zacarías de Vizcarra, alejado de su patria por las turbulencias de la época. Era un espíritu inquieto y deseoso de fundar su fe religiosa en conocimientos sólidos y acordes con las demandas del siglo en que debía proclamar su ministerio. De su paso entre nosotros quedan rastros a raíz de su colaboración en el surgimiento de los Cursos de Cultura Católica, parcial antecedente de la actual Universidad Católica Argentina, del Ateneo de la Juventud, de la desaparecida Radio Ultra y, en especial, del Instituto Grafotécnico. Vizcarra tenía un interés preciso y bien meditado en crear un lugar de formación cristiana para quienes tuviesen que trabajar en los medios de comunicación. La opción del sacerdote fue clara: él quería un establecimiento cristiano y no confesional, entendido lo primero como una cátedra inspirada en la jerarquía de valores que entraña el cristianismo como visión de las cosas, y lo segundo como un rechazo a las posiciones que denoten sectarismo y que amenacen la unidad del cuerpo comunitario. Fue Vizcarra el hombre que ideó las funciones del Grafotécnico, dispuso los resortes que lo pusieron en marcha y convocó a las personalidades que se hicieron cargo de la dirección y la docencia en la primera sede, ubicada en Carlos Pellegrini 1535. El primer Consejo Superior –organismo tutor del Instituto en los primeros 20 años– fue presidido por el doctor Vicente C. Gallo, rector de la Universidad de Buenos Aires; lo secundaban, entre otros, el arquitecto Alejandro Christophersen, los historiadores Rómulo Carbia, Carlos Ibarguren y Salvador Oría; los novelistas Manuel Gálvez y Gustavo Martínez Zuviría; y los críticos y ensayistas Juan Pablo Echagüe y Juan B. Terán. Antes de regresar a España, en 1936, el padre Vizcarra le pidió al padre Ercole Gallone, de la compañía de San Pablo, que la Obra Cardenal Ferrari se hiciera cargo de la Escuela de Periodismo. Vizcarra fue el primer director del Instituto; en los siguientes años se sucedieron en el cargo Alfonso Raffaelli, Hugo Parpagnoli, Luis Gil Montoya, Basilio Uribe, Guillermo Meque, Francisco Papini, Antonio Díaz Funes, Alcibíades Manuel Córdova Alsina, Pedro Siwak, Emilio Díaz, José María Poirier, Susana Rosso, Teresita Rottgardt, Pedro Siwak y el Lic. Carlos Massa, quien es el actual rector.» (Los orígenes del Instituto Grafotécnico de Buenos Aires, de su página de internet, julio 2004.) En el número 16 de Acción Española (1º agosto 1932) reprodujeron los «principales fragmentos del estudio publicado en Buenos Aires por Don Zacarías de Vizcarra, honra de nuestro sacerdocio, para animar, durante las presentes tribulaciones, a los católicos españoles, con la visión de las pasadas misiones y de los destinos futuros de España y de la Hispanidad», bajo el título «El apóstol Santiago y el mundo hispano», donde Zacarías de Vizcarra expresa con claridad meridiana, y además un par de veces, los destinos futuros que se esperan de España y de la Hispanidad: «...tenemos que España y su estirpe, es decir, toda la Hispanidad, debe cumplir todavía dos brillantes misiones en la Cristiandad, para salvar a la Humanidad en su más terrible crisis: 1.º Debe derrotar al Anticristo y a toda su corte de judíos, con el signo de la Cruz (...), 2.º Debe España completar la obra iniciada en Covadonga, Las Navas, Granada y Lepanto, destruyendo completamente la secta de Mahoma y restituyendo al culto católico la catedral de Santa Sofía, en Constantinopla. (...) Porque Santiago y España tienen que cumplir todavía dos misiones a cual más gloriosas: Santiago y España tienen que defender un día a la Iglesia de San Pedro, combatiendo y derrotando al Anticristo y a su corte de judíos; Santiago y España tienen que cantar un día el Credo de Nicea en la mezquita de Santa Sofía, después de haber rasgado en su pórtico, entre los aplausos de la Morisma bautizada, los falsos mandamientos de Mahoma.» (Zacarías de Vizcarra, «El apóstol Santiago y el mundo hispano», Acción Española, tomo 3, nº 16, 1º agosto 1932, páginas 394 y 400.) En 1934 fue Zacarías de Vizcarra uno de los principales organizadores del Congreso Eucarístico Internacional de Buenos Aires, al que asistió el Arzobispo de Toledo y Primado de España, Isidro Gomá Tomás, a quién encargaron pronunciar, el 12 de octubre de 1934, en el Teatro Colón, el discurso principal de la celebración oficial argentina de la Fiesta de la Raza, ocasión que la máxima autoridad de la iglesia católica española aprovechó para asumir y consolidar, de forma bien explícita, la idea que Vizcarra había introducido ocho años antes: «Apología de la Hispanidad.» En 1937, en plena guerra civil, volvió Vizcarra a España, convirtiéndose en fiel colaborador del Cardenal Gomá en la reorganización de la Acción Católica Española, dependiente de la Sede primada. Zacarías de Vizcarra, cuya primera publicación había sido un breve catecismo en vascuence, publicó en 1939, en la Editorial Tradicionalista de San Sebastián, un libro cuyo título no deja lugar a dudas: Vasconia españolísima. Datos para comprobar que Vasconia es reliquia preciosa de lo más español de España, donde asegura que el vascuence fue la lengua de buena parte de la España indígena prerromana, que los vascos son herederos directos del pueblo cántabro, cómo los vascos fundaron la primera de las colonias españolas en el sur de Francia (vasconia francesa), cómo Castilla fue fundada y poblada por los vascos, que la primera dinastía castellana (Fernando I el Magno) fue vasca, que Aragón nació en Vasconia, y su primer rey, Ramiro I, fue también vasco; que el primero que escribió en lengua castellana fue un vasco, explica la cooperación necesaria de los vascos en las empresas universales más gloriosas de la historia de España, el origen burgués y en último término extranjero (el malvado francés) del nacionalismo vasco, detecta ya la utilización política de este nacionalismo por parte de cierto marxismo y ofrece, además, hasta cuatro letras para el himno nacional español: una religiosa, otra española y dos hispanoamericanas. Desempeñó Vizcarra un papel protagonista en la articulación de Acción Católica Española tras la guerra civil, y su Curso de acción católica (Instituto de Cultura Religiosa Superior, Madrid 1942, varias reediciones) se convirtió en la obra de referencia para la agitprop católica de aquellos años. Fue nombrado Consiliario General de Acción Católica Española (y primer consiliario de los Cursillos de Cristiandad), y como tal formó parte del Patronato de Honor del XIX Congreso Mundial de Pax Romana celebrado en 1946, en el que intervino en más de una ocasión (ver en las Actas: 61-62, 81-83, 86-90, 96-99 y 132-146). Desde las angustias de 1932 habían cambiado bastante las cosas: los judíos, aunque diezmados tras la shoah, consolidaban el naciente Estado de Israel; y, antes que preparar sermones destinados a la morisma bautizada de Santa Sofía, era más urgente frenar el avance del comunismo ateo en tierras de la hispanidad, detener la expansión entre nosotros del que se presentaba como inexpugnable imperio soviético. Electo el 2 de abril de 1947 como Obispo Auxiliar de Toledo y Obispo de la sede virtual de Eressus, tomo posesión el 22 de junio de 1947 (el Arzobispo de Toledo desde 1941 hasta 1968 fue Enrique Pla y Deniel, cardenal desde 1946), continuó incansable su activismo de inteligente luchador católico. Prueba magnífica de los avances que iban logrando con las prudentes estrategias que seguían para cercenar al comunismo, la encontramos en la mención nominal que mereció Vizcarra en 1956 en uno de los documentos más significativos del Partido Comunista de España, la organización clandestina más perseguida entonces en el interior: «La ideología de la democracia cristiana es opuesta a la ideología del comunismo. Pero en los artículos publicados por Monseñor Zacarías de Vizcarra en «Ecclesia» y en algunas actitudes de jerarquías o católicos destacados hay un tono conciliante, civil, al hablar del Partido Comunista, que contrasta con los llamamientos a nuestro exterminio físico hechos por otros católicos en otros períodos. En dichos artículos no se plantea la lucha en el terreno de la guerra civil, sino en el terreno ideológico. Nosotros pensamos igualmente, que la discusión, la polémica, la lucha de ideas, y no la violencia física, son las formas que deben utilizarse para dirimir las diferencias políticas e ideológicas.» (Declaración del Partido Comunista de España, Por la reconciliación nacional, por una solución democrática y pacífica del problema español, Junio de 1956.) ¡Qué regocijo tendría Vizcarra –y el jesuita padre Llanos, por ejemplo, que ese mismo año trasladaba su activismo al Pozo del Tío Raimundo– al comprobar la efectividad de la acción católica entre aquellos ingenuos marxistas cristo dialogantes, a los que con paciencia se podría ir trocando de feroces lobos comunistas en inocuos corderos pacifistas! Falleció Zacarías de Vizcarra el 18 de septiembre de 1963, tras más de 57 años de sacerdocio y más de dieciséis como Obispo. Bibliografía de Zacarías de Vizcarra Arana:
  • Cristiñavaren Jaquinbide Labustua, Florentino Elosuren, Durango 1911, 24 págs.
  • Catecismo breve de la doctrina cristiana, Florentino Elosuren, Durango 1912, 20 págs.
  • La vocación de América: finalidad y carácter de la nueva fiesta litúrgica del 12 de octubre instituida por el Episcopado argentino en 1933, Librería de A. García Santos, Buenos Aires 1933, 139 págs. • Gladius, Buenos Aires 1995.
  • Vasconia españolísima. Datos para comprobar que Vasconia es reliquia preciosa de lo más español de España, Prólogo de José Artero, Editorial Tradicionalista, San Sebastián 1939, XI+254 págs. • Segunda edición, Publicaciones Españolas (Claves de España 8), Madrid 1971, VIII+206 págs.
  • Curso de acción católica, Instituto de Cultura Religiosa Superior, Madrid 1942, 515 págs. Segunda edición: Madrid 1943, 560 págs. Cuarta edición revisada y completada, Acción Católica Española, Madrid 1953, 662 págs.
  • Idea justa de la Acción Católica, Acción Católica Española, Madrid 1952, 64 págs. Segunda edición, ACE, Madrid 1954, 80 págs.
  • Los ideales de la Unión Española de Hermandades Profesionales a la luz del pensamiento social pontificio, Revista Eclesiástica, Madrid 1960, 15 págs.
Sobre Zacarías de Vizcarra Arana:
  • 1964 Monseñor Vizcarra (sesión necrológica), Instituto Central de Cultura Religiosa Superior, Madrid 1964, 47 págs.
  • 1965 Francisco Gutiérrez Lasanta, Pbro., Tres cardenales hispánicos: Gomá, Benlloch, Tedeschini, y un obispo hispanizante: Zacarías de Vizcarra, Talleres Editoriales de «El Noticiero», Zaragoza 1965, 323 págs.
  • 2002 Jorge Lombardero Álvarez, «La Hispanidad según Zacarías», El Catoblepas, nº 5, pág. 19, julio 2002.
Sobre Zacarías de Vizcarra Arana en el Proyecto filosofía en español: Textos de Zacarías de Vizcarra en el Proyecto filosofía en español:

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